Marco Teórico
El ciberacoso se puede definir como el perpetuar prácticas de acoso, pero ahora en un medio digital; ya sea por redes sociales, llamadas, videojuegos o mensajería de correo electrónico. Esto implica que una o varias personas utilicen todos estos medios para estar atacando a otra persona de manera prolongada con la intención de verdaderamente dañar a la persona, se cree que estas acciones son tan agresivas debido al anonimato que hay en internet lo que produce que los agresores se sientan más libres de agredir a alguien con menor riesgo de verse señalados.
Algunas de las acciones que se pueden considerar como ciberacoso son: insultos, burlas, amenazas, robo de información, suplantación de identidad, compartir fotos o videos sin el consentimiento de la otra persona o acoso por diferencias económicas, raciales, religiosas o por preferencia sexual. (Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, 2021).
Debido a la cuarentena por la contingencia sanitaria Covid-19, gran parte del entretenimiento y actividades de ocio se realizan por medio del internet. El uso de dispositivos móviles fue en aumento y con ello también aumentó el tiempo que los Mexicanos pasan en redes sociales. Tener más tiempo digital de ocio sumado al estrés que ha aumentado debido a la crisis sanitaria, puede hacer que las personas se vuelvan más hostiles. Además, cabe mencionar que a partir del inicio de las clases virtuales, el cual se calcula que ha aumentado un 70% desde el inicio de las clases virtuales (Observatorio TEC).
La importancia de abordar la problemática del ciberacoso radica en el hecho de que las consecuencias que puede tener en las víctimas son bastante preocupantes como: ausentismo escolar, depresión, conductas autodestructivas, desarrollo de baja autoestima, cambios en el comportamiento y desarrollo de una “psicopatología que incluye estrés emocional, ansiedad social,consumo de sustancias psico-activas y se relaciona con la aparición de tendencias suicidas” (Torres et al, 2018).
Aunque es cierto que este tipo de acoso digital sucede más con niños y adolescentes en las etapas de primaria a secundaria, es una práctica que sigue presente incluso en la universidad, de ahí que se haya decidido abordar el tema en la etapa universitaria.
Con el objetivo de entender la problemática desde los distintos actores involucrados, se realizaron distintos acercamientos (como empathy map, card sorting y encuestas). Por parte de los estudiantes, se buscó recopilar información sobre qué tan seguido ocurre el acoso, en qué plataformas y cuál es el tipo más común. Por parte de los docentes, la investigación se centró en cómo ha sido su participación frente a estos casos y su capacitación (en caso de tenerla) para poder apoyar a los alumnos. Por parte de los expertos, se ahondó en las facilidades y herramientas brindadas en la universidad para solucionar estos problemas de una forma eficaz. Desde el punto de vista de los afectados se investigó acerca de su experiencia y los problemas que les ha ocasionado y finalmente, se abordó la parte de los espectadores tomando en cuenta qué tanto entienden del problema, y las razones por las cuales denuncian o no una agresión .
Los resultados de estos primeros acercamientos arrojaron los siguientes puntos referentes a la problemática:
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El anonimato juega un papel muy importante: Gracias a la dificultad de darle seguimiento a un acosador en redes por la cantidad infinita de cuentas que se pueden crear cada persona para un individuo sin muchos conocimientos es una tarea casi imposible encontrar a la o las personas que realizan la agresión.
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Hay mucha desinformación con respecto al tema: Al igual que en toda problemática relativamente reciente la desinformación propicia que se sigan perpetuando estas acciones, la falta de información no ayuda a que las víctimas y los cercanos a ellas puedan detectar que podría o no contar como ciberacoso y cómo poder proceder ante las diferentes situaciones.
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Al personal de las universidades les hace falta capacitación: aunque mucha gente hace su mejor esfuerzo para ayudar a los afectados(maestros incluidos) no pueden hacerlo de manera óptima no porque no quieran sino porque no están instruidos para saber cómo actuar ante tal situación pudiendo complicar todavía más el proceso para ayudar a los afectados confundiendo y dando información errónea que puede llegar a ser perjudicial.
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Hay falta de claridad en el proceso de denuncia: Al ser un caso relativamente nuevo, todavía no están totalmente claros los procesos que se deben seguir para denunciar de forma adecuada, por lo que se llega a pensar o que no existe esta posibilidad de denunciar o que las instituciones a propósito no quieren revisar los casos, cuando lo que en realidad está sucediendo es que no se ha difundido de manera adecuada como tener un acercamiento con las autoridades y que este proceso no se encuentra totalmente optimizado. Por lo cual las instituciones ya trabajan en mejorar este proceso para hacerse más dinámico y accesible para todas las partes implicadas.
Tras analizar los datos recabados de esta primer fase de la investigación se llegó a la conclusión de que la mejor manera de abordar la problemática sería desde los espectadores del ciberacoso, puesto que ya quedó claro que hace falta fomentar la cultura de denuncia. La única forma de hacer frente al ciberacoso es evidenciándolo. El hacer pública una denuncia ayuda a identificar quién está provocándolo. Identificando y sancionando al agresor se pueden evitar futuras víctimas.
Los espectadores juegan un papel muy importante dentro de esta problemática. Existen dos tipos de espectadores los cuales son espectadores pasivos y espectadores activos
Espectadores activos: Son aquellos que hacen sentir más fuerte al agresor, apoyándolo y animándolo. Estos espectadores, no inician la agresión, pero terminan participando en ella; creando algo que se conoce como contagio social.
Espectadores pasivos: Estos espectadores no participan de ninguna forma, ni para fomentar ni para detener la agresión, alegando que no es de su incumbencia o algo similar; creyendo que la no intervención los protegerá.
Las investigaciones que se han llevado a cabo sobre el acoso, demuestran que las agresiones disminuyen o hasta llegan a desaparecer, cuando los espectadores evidencian su rechazo contra este tipo de conductas.
Algunas de las razones por las cuales los espectadores de ciberacoso no denuncian la agresión son: por miedo a lo que pueda hacer el agresor, la falta de habilidades sociales para intervenir y frenar las acciones de violencia, la antipatía hacia el compañero o por no tener vínculos de amistad con la víctima (Carozzo, 2015).
Citas y referencias
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